El bovarismo: ¿ideología argentina?

Actualmente estoy leyendo “Madame Bovary”, de Gustave Flaubert. Es una novela excelente que, entre otras cosas, dio origen a un término muy interesante: el bovarismo. Hoy, en una nueva entrega de “Marginalia”, me gustaría hablar muy brevemente de por qué este concepto resulta clave para entender nuestro presente.  

Entonces ¿qué es el bovarismo? En pocas palabras, es la capacidad que tienen algunas personas para, mediante su imaginación, negar quiénes realmente son y afirmar que son lo contrario. Es lo que le pasa a Emma Bovary: de tanto aburrirse y de tanto leer, ella acaba por creer que puede ser una gran señora, una lady, como las de las novelitas que lee. Y si no puede ser una aristócrata será una santa o lo que se le cruce con tal de negar lo obvio ser la mediocre e infiel esposa de un médico mediocre, que ejerce mediocremente en un pueblo cuyo rasgo distintivo es tener los peores quesos de la zona. Ella cree vivir grandes amores (o, al menos, merecerlos) pero apenas le está poniendo los cuernos a su esposo. 

¿Uno nace o se hace bovarista? No estoy seguro, pero así como hay personas que sufren esta condición (todos conocemos a alguien así), hay países que se afanan en afirmar lo contrario a lo que son. En concreto acá Dolina se pregunta si a la Argentina no le pasa lo mismo que a la esposa de Charles Bovary. Tras pensarlo un poco concluí que, en nuestro país, los bovaristas son los que nos gobiernan.

Detrás de la papada retocada con photoshop, detrás de los disfraces de “Top Gun” no hay nada más que un montón de bovarismo aggiornado para intentar gobernar un país en el siglo XXI. Así Emma dilapidó la plata de Charles para intentar llenar su existencia aburrida, asistimos al espectáculo de cosplayers de distinta calaña, de retoques artificiales y de adultos intentando vivir sus sueños y fantasías. 

El problema es que ser bovarista nunca termina bien. A cada desilusión, a cada fracaso, Emma se empecina en darle la espalda a la realidad y está termina imponiéndose siempre. 

Pero no sólo es en nuestros gobernantes. Hay Mewing, filtros de instagram, imágenes grotescas hechas con IA, todo en pos de la estetización incesante de la vida cotidiana. Hoy en día todo pareciera pasar por la negación de lo que somos. Ante semejante camino condenado al fracaso creo que resulta más saludable y productivo reconocer los alcances y limitaciones de uno. 

Porque la triste realidad es que ser bovarista es una forma elegante de ser boludo.

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